Corrupción: ¿la “casta” estaba adentro del gobierno de Milei?
El caso de la Andis puso bajo la lupa al círculo más cercano del Presidente y abrió un frente judicial y político que amenaza con erosionar su bandera de transparencia.
La “casta” incrustada en el corazón del Gobierno, que había llegado al poder con un discurso de combate contra ella, hace tambalear los cimientos de la doctrina Milei; esa que pregona una batalla cultural para poner fin a un sistema que -en sus propias palabras- enterró a la Argentina en la decadencia durante décadas.
El Presidente llegó a la Casa Rosada con la promesa de desbaratar un Estado y un sistema que garantizaron pobreza y debacle económica. Para ello, se apoyó en dos grandes objetivos: que la inflación desaparezca y que la economía crezca, todo de la mano de echar a la “casta política”. Por estos días, ninguna de las dos cosas le estarían funcionando. Es real que la administración nacional domó la inflación y el déficit fiscal, pero a un costo tan enorme que ya siente el desagrado social sobre sus espaldas. La actividad económica se enfría cada vez más con el parate de la obra pública, el estancamiento de la inversión privada y la profunda desaceleración del consumo. La calle no gasta y se ahoga en deudas, mientras las tasas suben para contener el dólar y frenan cada vez más la economía.
Con este panorama, una parte de quienes confiaron en el cambio que proponía Milei comenzó a quitarle su apoyo. Ahora, con el escándalo de corrupción que salpica al Gobierno, la incógnita sobre qué puede suceder enciende las alarmas, porque impacta de lleno en la promesa que el jefe de Estado hizo y que parece no poder sostener.
Coimas que rozan a Karina
El escándalo de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) representa la primera y más significativa crisis de corrupción que enfrenta Milei. Lo que comenzó con la filtración de audios de un funcionario de confianza se ha transformado en una compleja investigación judicial con allanamientos, incautaciones de dinero y una trama de acusaciones que llega hasta el círculo más íntimo del poder presidencial, implicando directamente a su hermana y Secretaria General, Karina Milei, y a operadores políticos clave como “Lule” Menem.
Las denuncias de Diego Spagnuolo detallan un presunto esquema de sobornos del 8% sobre contratos de medicamentos, canalizado a través de la Droguería Suizo Argentina, con una recaudación estimada en casi un millón de dólares por mes. La respuesta del Gobierno ha sido ambivalente: por un lado, actuó con rapidez al despedir a los funcionarios implicados e intervenir la agencia; por otro, ha construido una narrativa defensiva que califica el escándalo como una “operación política del kirchnerismo”, negando la veracidad de las acusaciones sin refutar de manera concluyente la autenticidad de la voz en los audios.
Mientras tanto, el frente judicial avanza con celeridad. Los hallazgos de grandes sumas de dinero en efectivo y una máquina de contar billetes en poder de los principales sospechosos han otorgado una contundente base material a las acusaciones. La negativa de los implicados a colaborar plenamente con la Justicia, especialmente al no facilitar el acceso a sus teléfonos móviles, ha reforzado las sospechas en su contra.
Más allá de la resolución judicial, el impacto político es evidente. El caso ha infligido un daño severo a la narrativa “anticasta” del presidente, ha expuesto posibles fisuras dentro de su equipo y ha unificado a la oposición en sus críticas. El escándalo de la Andis no es solo una prueba para la integridad de los funcionarios involucrados, sino una prueba definitoria para la credibilidad, la transparencia y la estabilidad del proyecto político del Presidente.
Con kirchneristas o libertarios
La forma en que el Gobierno gestione esta crisis podría determinar la confianza pública en su administración a largo plazo. O no. Porque la duda está puesta en cómo reaccionará la sociedad. Los casos de corrupción que involucran a la ex presidenta Cristina Fernández, por caso, dan muestra de que hay un férreo porcentaje de la población que siempre creerá que es víctima de operaciones. En estas situaciones, la percepción social parecería replicarse de manera casi idéntica con los “tercios” en los que se dividen los votantes: el núcleo duro K jamás reconocerá que Cristina fue condenada lícitamente y siempre vinculará las denuncias con operaciones políticas en su contra. ¿Pasará lo mismo con las denuncias contra Milei y su entorno? Hasta aquí, parecería que también existe un núcleo duro obnubilado con el mundo libertario, que lo defenderá a toda costa, aunque las pruebas fuesen irrefutables, ya sea en el caso Andis, en el $Libra o en el del fentanilo contaminado. En la era de la posverdad, las fantasías y la necesidad de creer en ellas prevalecen por sobre los hechos. No importa si se es “kuka” o libertario.
¿También en Tucumán?
La estrategia de la victimización ante cualquier cuestionamiento también es propia de la política tucumana. La delegada de Las Cejas, Cristina Contreras, se escudó en que “la oposición” la ataca y que es víctima de persecuciones. Incluso acusó a los periodistas de LA GACETA que cubrían el caso de “trabajar para la oposición”. La funcionaria se esforzó en eso y no en demostrar que las denuncias son falsas y que no se retuvo tarjetas de débito a los empleados para quedarse con un porcentaje de sus ingresos. Mientras un grupo de trabajadores de la comuna agredía y denunciaba en la comisaría al equipo de LA GACETA, otro grupo, dentro del mismo edificio, aportaba a escondidas información sobre las presuntas irregularidades.
La oposición denuncia, como parte de su rol en el juego de la democracia. Ello no invalida per se las irregularidades. Es decir, si existieron hechos ilícitos, no importa si los denuncia un opositor o un vecino de a pie. Un detalle: ningún referente de la oposición, de ningún partido, salió a pedir explicaciones al oficialismo sobre las denuncias. Tampoco nadie del oficialismo salió a defender a Contreras, ni a advertir que investigaría lo que dicen los vecinos. Cosas que pasan cuando la anomia se vuelve normal. Total, ¿quién no tiene un familiar o un amigo al que le retienen la tarjeta o cede un porcentaje de su sueldo público a cambio de un “trabajo”?
Mientras la palabra corrupción se instala en la previa electoral, las fuerzas en pugna se acomodan a ello en la campaña. Osvaldo Jaldo le habría pedido a su tropa que evite cualquier escándalo que pueda dañar a su administración, porque él mismo es el candidato y lo que golpee a su Gobierno podría perjudicarlo directamente en las urnas. La advertencia de extremar los cuidados fue para la Policía, para ministros de las áreas más sensibles y para los intendentes. Los flancos abiertos que dejan los libertarios, con una economía floja y denuncias de corrupción en alza, envalentonan al mandatario y fortalecen su discurso antimilei.
Roberto Sánchez intenta diferenciarse de ambos y marcar la ambivalencia de Jaldo, que dialoga pero luego critica a Milei. “Este estilo veleta que imprimió el gobernador a su relación con el presidente abre una incógnita. Un día rompe el bloque peronista en Diputados para que sus legisladores le voten todo al presidente; al otro día quiere mostrarse como su contracara. ¿Qué va a hacer mañana? Nadie lo sabe. Probablemente ni él mismo, depende de cómo sople el viento”, dijo junto a José María Canelada, también candidato a diputado. El concejal es clave en el armado, en un distrito importante: fue el acople que más votos sacó en la esquiva San Miguel de Tucumán para el peronismo.
La suerte de los libertarios locales está unida a la de Milei. La última encuesta pre-Andis había mostrado buenos números para ellos. ¿Habrá cambiado? /LaGaceta